Un nuevo estudio sugiere un vínculo inesperado entre la capacidad cognitiva y la capacidad de escuchar conversaciones con claridad en entornos ruidosos. Si bien normalmente asociamos las dificultades auditivas con problemas en nuestros oídos, esta investigación apunta a un papel potencial de la función cerebral.
Los investigadores de la Universidad de Washington exploraron esta conexión estudiando tres grupos: individuos con autismo, individuos con síndrome de alcoholismo fetal y un grupo de control de participantes neurotípicos. Todos los grupos fueron emparejados por edad y sexo y, lo que es más importante, todos tenían una audición normal.
Probaron la capacidad de los participantes para concentrarse en una conversación en medio de una charla de fondo, un escenario conocido como el “problema del cóctel”. Los resultados mostraron que los participantes con puntuaciones de coeficiente intelectual más bajas en los tres grupos tuvieron más dificultades con esta tarea. Esto sugiere que el desafío podría surgir de cómo el cerebro procesa y prioriza la información auditiva en lugar del simple acto físico de escuchar.
Esencialmente, comprender el habla en ambientes ruidosos requiere funciones cognitivas complejas. Debe filtrar sonidos irrelevantes, identificar señales de audio importantes y procesarlas rápidamente y al mismo tiempo responder de manera adecuada. Piense en intentar pedir un café en una tienda bulliciosa o seguir una conferencia en una sala llena de gente: ¡es mentalmente exigente!
Esta “carga cognitiva” se vuelve aún mayor en situaciones ruidosas como estas.
Los investigadores reconocen que su estudio involucró un tamaño de muestra relativamente pequeño, pero los hallazgos ofrecen información valiosa. Enfatizan que mejorar las experiencias de las personas que tienen dificultades para escuchar conversaciones en ambientes ruidosos va más allá de simplemente abordar una posible pérdida auditiva. Adaptaciones simples, como sentar a los estudiantes más cerca del frente del salón de clases, podrían marcar una diferencia significativa.
Esta investigación también destaca la importancia de considerar un panorama más amplio al estudiar los desafíos de la comunicación. Los problemas para comprender el habla en ambientes ruidosos pueden surgir de diversos factores subyacentes, incluidas las capacidades cognitivas, y no deben atribuirse automáticamente únicamente a deficiencias auditivas.
