Observaciones recientes utilizando el satélite de estudio de exoplanetas en tránsito (TESS) de la NASA han revelado una verdad sorprendente: las estrellas envejecidas en su fase de gigante roja son significativamente más destructivas para los planetas en órbita de lo que se pensaba anteriormente. Este descubrimiento tiene profundas implicaciones para nuestra comprensión de los sistemas planetarios y plantea preguntas cruciales sobre el destino de la Tierra a medida que evoluciona el Sol.
La transformación del gigante rojo: un cambio de imagen estelar
Las estrellas como nuestro Sol pasan la mayor parte de su vida en una fase estable conocida como “secuencia principal”, donde generan energía a través de la fusión nuclear, convirtiendo hidrógeno en helio. Sin embargo, este proceso finalmente llega a su fin. Cuando una estrella agota su suministro de hidrógeno central, comienza a transformarse en una “gigante roja”.
Esta transformación es dramática. El núcleo se contrae, mientras que las capas exteriores se expanden significativamente, creciendo potencialmente hasta 1.000 veces el tamaño original de la estrella. Para los planetas que orbitan cerca de la estrella, esta expansión representa una grave amenaza. Los científicos estiman que nuestro Sol entrará en esta fase de gigante roja en aproximadamente 5 mil millones de años, envolviendo potencialmente a Mercurio, Venus y posiblemente a la Tierra.
Descubriendo la desaparición planetaria con TESS
Para comprender la frecuencia de esta destrucción planetaria, un equipo de astrónomos utilizó TESS para observar una muestra masiva de sistemas planetarios. Comenzaron con casi medio millón de señales potenciales que indicaban la presencia de exoplanetas. Mediante un análisis cuidadoso, incluida la aplicación de un algoritmo informático, redujeron la cifra a 15.000 planetas candidatos que orbitan estrellas que apenas comienzan a evolucionar hacia gigantes rojas. De ellos, alrededor de 130 fueron identificados como planetas potenciales, incluidos 33 candidatos recientemente detectados.
Los hallazgos revelaron un patrón sorprendente: es mucho menos probable que se encuentren planetas orbitando cerca de estrellas gigantes rojas. Esto sugiere que muchos planetas son eliminados a medida que las estrellas sufren esta transformación. “Esta es una fuerte evidencia de que, a medida que las estrellas evolucionan fuera de su secuencia principal, rápidamente pueden hacer que los planetas entren en espiral hacia ellas y sean destruidos”, afirmó Edward Bryant, investigador de la Universidad de Warwick que participó en el estudio.
Interacciones de marea: un tira y afloja gravitacional
Se cree que el mecanismo principal detrás de esta destrucción planetaria es la “interacción de marea”, un tira y afloja gravitacional entre el planeta y la estrella. A medida que una estrella se expande hasta convertirse en una gigante roja, la fuerza de esta interacción aumenta dramáticamente.
Así como la Luna atrae los océanos de la Tierra para crear mareas, un planeta ejerce una atracción gravitacional sobre su estrella. Esta interacción ralentiza el planeta y hace que su órbita se reduzca, lo que finalmente lo lleva a entrar en espiral hacia la estrella, donde se rompe o cae.
El estudio confirmó esta teoría: cuando los investigadores se centraron en estrellas que ya estaban en expansión, la probabilidad de que albergaran un planeta se redujo a sólo el 0,11%. Esto representa una disminución de aproximadamente el 3% en comparación con las posibilidades de albergar un planeta alrededor de una estrella en su fase de secuencia principal. Los investigadores también observaron una disminución en la probabilidad de que las gigantes rojas alberguen planetas gigantes como Júpiter o Saturno a medida que aumentaba la edad de la estrella.
El destino de la Tierra: una perspectiva mixta
Teniendo en cuenta estos hallazgos, ¿qué significa esto para las posibilidades de supervivencia de la Tierra a medida que el Sol se convierte en una gigante roja? Si bien la Tierra es sin duda más segura que los planetas gigantes examinados en el estudio, que están mucho más cerca de su estrella, los investigadores subrayan que sus observaciones sólo cubren las etapas iniciales de esta evolución: los primeros uno a dos millones de años.
A diferencia de los planetas gigantes desaparecidos observados en el estudio, la propia Tierra puede sobrevivir a la fase de gigante roja del Sol. Sin embargo, las condiciones en la Tierra durante este período probablemente serían insostenibles para la vida.
El equipo ahora está buscando datos adicionales para comprender mejor por qué algunos planetas son consumidos por estrellas viejas mientras que otros escapan a este destino. Esta investigación podría proporcionar información crucial sobre la posible supervivencia a largo plazo de la Tierra y los desafíos que puede enfrentar a medida que nuestra propia estrella se transforma.
