¿Podrían los exóticos “cristales del tiempo” ser la clave para revolucionar la memoria de la computación cuántica? Investigaciones recientes sugieren que esto podría ser posible, ofreciendo un vistazo a un futuro en el que el almacenamiento de datos cuánticos dure minutos en lugar de milisegundos. Se trata de un salto significativo con respecto a la tecnología actual y podría desbloquear nuevas posibilidades para cálculos cuánticos complejos.

Los cristales de tiempo son materiales únicos que exhiben patrones que se repiten en el tiempo en lugar de en el espacio, como lo hacen los cristales tradicionales. Imagine un péndulo que se balancea hacia adelante y hacia atrás; su movimiento es periódico pero está impulsado por una fuerza externa (la gravedad). Los cristales del tiempo, sin embargo, desarrollan espontáneamente esta periodicidad sin ninguna influencia externa continua.

Los científicos han estado explorando varias configuraciones para crear estas fascinantes estructuras. En el último estudio publicado en Nature Communications, investigadores de la Universidad Aalto en Finlandia se centraron en un tipo de cristal del tiempo construido a partir de cuasipartículas llamadas magnones. Se trata de ondas colectivas asociadas con la propiedad de giro de las partículas dentro de un entorno superfluido de helio-3.

Superando la barrera de la fragilidad

Los cristales del tiempo se han considerado notablemente frágiles y su entorno los altera fácilmente. Sin embargo, este estudio abordó ese desafío de frente. Los investigadores acoplaron con éxito su cristal de tiempo magnón a una onda superficial mecánica sin destruirla. Esta interacción es crucial porque demuestra el potencial de aprovechar la robustez inherente de los cristales de tiempo para aplicaciones prácticas.

Imagínese balancear suavemente un objeto delicado hacia adelante y hacia atrás; aunque parezca frágil, puede resistir el movimiento si se hace con cuidado. Esta analogía capta la esencia de lo que lograron los investigadores. Manipulando cuidadosamente la onda mecánica, indujeron un cambio en la frecuencia del cristal de tiempo sin causar daños.

“Esta es para mí la parte más interesante”, explicó el coautor del estudio Jere Mäkinen a WordsSideKick.com. “Es que realmente se pueden acoplar cristales de tiempo de manera significativa a otro sistema y aprovechar la robustez inherente de los cristales de tiempo”.

Una posible solución de memoria cuántica

Las implicaciones de este descubrimiento son enormes, particularmente para la computación cuántica. Las computadoras cuánticas aprovechan los qubits, que a diferencia de los bits clásicos, pueden existir en una superposición de estados (0 y 1 simultáneamente). Esta propiedad les permite superar potencialmente a las computadoras clásicas en tareas específicas.

Sin embargo, preservar estas delicadas superposiciones es primordial. Las tecnologías actuales de memoria cuántica se basan principalmente en la orientación de los espines para almacenar datos, pero estos estados de espín son muy susceptibles al ruido ambiental. Este ruido interrumpe la superposición, provocando que el estado del qubit colapse y esencialmente perdiendo la ventaja cuántica. En consecuencia, la memoria cuántica existente sólo dura milisegundos.

Los magnones utilizados en este estudio demostraron una estabilidad notable. Persistieron durante minutos incluso mientras interactuaban con la onda superficial mecánica, un factor crucial para almacenar datos cuánticos. Esta solidez surge de cómo se codifica la información dentro de la frecuencia del magnón, que es menos vulnerable a las perturbaciones ambientales que las orientaciones de los espines.

“La idea obvia es ir realmente hacia el límite cuántico y ver hasta dónde podemos llevarlo”, dijo Mäkinen. El equipo prevé utilizar estos cristales de tiempo acoplados mecánicamente como puente entre las unidades de procesamiento cuántico y los módulos de memoria en futuras computadoras cuánticas. Esto podría permitir un almacenamiento más duradero de información de qubits, lo que permitiría cálculos más complejos y desbloquearía nuevas fronteras en la computación cuántica.

Aprendiendo de la Optomecánica

Curiosamente, el estudio también revela intrigantes paralelismos con la optomecánica, un campo en el que la luz interactúa con resonadores mecánicos. La sutil influencia de un fotón que golpea un espejo sujeto a un resorte (un ejemplo familiar) altera la energía del resorte. Esta analogía proporciona valiosos conocimientos teóricos sobre el comportamiento de los cristales de tiempo acoplados con ondas mecánicas.

Las similitudes sugieren que los principios establecidos de la optomecánica podrían aplicarse para comprender y manipular estos novedosos sistemas de cristales de tiempo. “La optomecánica es un tema tan general en muchos campos de la física, que se puede utilizar en una gran variedad de sistemas diferentes”, afirmó Mäkinen.

Estos hallazgos allanaron el camino para futuras investigaciones sobre el acoplamiento de cristales de tiempo con varios resonadores mecánicos, lo que podría conducir a soluciones de memoria cuántica aún más robustas y eficientes en el futuro. El camino hacia la construcción de computadoras cuánticas escalables y tolerantes a fallas parece estar cada vez más cerca con cada descubrimiento innovador como este.