Las tomografías computarizadas (TC), piedra angular del diagnóstico médico moderno, se asocian cada vez más con un riesgo de cáncer cuantificable, aunque teórico. Si bien es esencial para detectar enfermedades potencialmente mortales, el efecto acumulativo de las dosis bajas de radiación ionizante procedente de millones de exploraciones anuales puede contribuir a aproximadamente 100.000 diagnósticos futuros de cáncer sólo en los Estados Unidos.
El creciente volumen de tomografías computarizadas y el riesgo invisible
El número de exámenes de TC realizados anualmente ha aumentado más del 30% desde 2007, lo que genera preocupación de que una parte importante de estas pruebas puedan ser innecesarias, exponiendo a la población a radiación evitable. Si bien el riesgo individual de una sola exploración sigue siendo bajo, el gran volumen de procedimientos realizados cada año amplifica el potencial de daño a largo plazo.
Hallazgos de la investigación: un vínculo teórico con la incidencia del cáncer
Un estudio reciente publicado en JAMA Internal Medicine estima que las tomografías computarizadas realizadas solo en 2023 podrían estar relacionadas con aproximadamente 103.000 casos futuros de cáncer. Esta proyección se basa en datos históricos de eventos de alta radiación, como sobrevivientes de bombas atómicas y desastres nucleares, extrapolados a las dosis más bajas recibidas durante las tomografías computarizadas de rutina.
La investigación sugiere que, a nivel poblacional, las tomografías computarizadas pueden contribuir a la incidencia del cáncer de manera similar a otros factores de riesgo establecidos, como el consumo de alcohol. Esto no significa que se haya demostrado un vínculo causal directo, pero la escala del uso de la TC merece una consideración seria.
Por qué esto es importante: equilibrar el beneficio y el riesgo
El debate en torno a la radiación de la tomografía computarizada se centra en un equilibrio fundamental: los beneficios del diagnóstico que salvan vidas versus el riesgo de cáncer teórico, aunque cuantificable.
- El beneficio: Las tomografías computarizadas son fundamentales para detectar afecciones como hemorragias internas, tumores y fracturas, lo que a menudo conduce a un tratamiento más temprano y mejores resultados.
- El riesgo: La radiación ionizante, incluso en dosis bajas, daña el ADN y puede provocar el desarrollo de cáncer durante décadas.
El desafío radica en minimizar las exploraciones innecesarias y al mismo tiempo garantizar que los pacientes que realmente las necesitan reciban diagnósticos oportunos y precisos.
Hallazgos clave de la investigación
El estudio analizó datos de 143 hospitales e instalaciones para pacientes ambulatorios en todo Estados Unidos, y reveló que en 2023 se realizaron aproximadamente 93 millones de exámenes de tomografía computarizada a aproximadamente 62 millones de pacientes.
Los investigadores encontraron que:
- Los niños y adolescentes parecen ser más susceptibles a los cánceres inducidos por la radiación, particularmente al cáncer de tiroides.
- Las pacientes femeninas pueden tener un mayor riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer después de la exposición.
- Los adultos todavía conllevan un riesgo significativo, aunque los efectos pueden tardar décadas en manifestarse.
Perspectivas de expertos: sopesando la evidencia
Los expertos médicos reconocen los riesgos teóricos, pero enfatizan que los beneficios de las tomografías computarizadas a menudo superan el daño potencial.
- Cynthia McCollough, experta en imágenes por tomografía computarizada, sostiene que “cualquier riesgo derivado de una tomografía computarizada de un paciente enfermo es probablemente mucho menor que el riesgo de la enfermedad subyacente”.
- Pradip Deb, especialista en radiación médica, aboga por evitar exploraciones innecesarias cuando hay alternativas libres de radiación disponibles.
Mitigar el riesgo: direcciones futuras
Reducir el daño potencial de las tomografías computarizadas requiere un enfoque múltiple:
- Pautas más estrictas para solicitar exploraciones, priorizando la necesidad sobre la conveniencia.
- Protocolos de dosis más bajas cuando sea posible, equilibrando la calidad de la imagen con la exposición a la radiación.
- Modalidades de imágenes alternativas (MRI, ultrasonido) cuando sea apropiado.
- Estudios de seguimiento a largo plazo para cuantificar con precisión los riesgos y beneficios.
Conclusión
Si bien las tomografías computarizadas siguen siendo una herramienta de diagnóstico vital, el vínculo proyectado con 100.000 futuros casos de cáncer subraya la necesidad de estar alerta. Equilibrar los beneficios que salvan vidas con los riesgos teóricos requiere un compromiso con prácticas responsables de imágenes, pautas más estrictas e investigación continua para minimizar el daño y maximizar la precisión del diagnóstico.


























