Prevenir la construcción de carreteras ilegales (a menudo construidas en secreto y sin ser vistas por las autoridades) es crucial para proteger los bosques tropicales cada vez más reducidos del mundo. Una nueva investigación publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences identifica los factores que hacen que ciertas áreas sean más vulnerables a esta progresiva deforestación.
La red oculta de “caminos fantasma”
Los investigadores analizaron 137 millones de hectáreas de carreteras existentes en Brasil, Congo y el sudeste asiático, revelando patrones que predicen dónde es más probable que aparezcan nuevas carreteras. Estas carreteras, denominadas “carreteras fantasma” porque rara vez están cartografiadas o reconocidas oficialmente, sirven como brecha inicial en zonas que antes eran inaccesibles. Según el Dr. Jayden Engert, ecólogo que dirigió el estudio, las carreteras preceden sistemáticamente a una deforestación significativa.
El estudio encontró que la calidad del suelo, la proximidad de los ríos, la topografía y la densidad de población cercana son indicadores clave de la futura construcción de carreteras. Las áreas con condiciones favorables (fácil acceso a recursos o asentamientos existentes) corren mayor riesgo. Una vez que se construye la primera carretera, ya sea por proyectos de desarrollo o actores ilegales, resulta mucho más fácil para otros seguirla.
El ciclo de la destrucción
Las carreteras ilegales facilitan un ciclo destructivo:
- Acaparamiento de tierras: Una vez que las carreteras abren un área, los madereros, los mineros y los promotores agrícolas entran rápidamente.
- Deforestación: Los bosques se talan mediante la tala o la quema para dar paso a tierras de cultivo, ranchos o minas.
- Consecuencias sociales y ecológicas: Las comunidades indígenas son desplazadas, aumenta la propagación de enfermedades y la caza furtiva se vuelve más frecuente.
El problema se ve agravado por el hecho de que la mayoría de las carreteras en zonas sensibles están construidas ilegalmente, lo que dificulta la aplicación de la ley. Los gobiernos a menudo no son conscientes de su existencia hasta que el daño ya está hecho.
Amenazas futuras: Nueva Guinea y más allá
El estudio destaca a Nueva Guinea como una región particularmente vulnerable. A pesar de los planes de desarrollo a gran escala, su selva tropical permanece prácticamente intacta, lo que la convierte en un área de alta prioridad para la conservación. Sin embargo, las mismas condiciones que lo hacen apto para el desarrollo también lo hacen susceptible a la construcción ilegal de carreteras.
Comprender estos patrones es vital porque el modelado predictivo puede ayudar a asignar recursos de conservación de manera efectiva. Al centrar los esfuerzos de protección en áreas de alto riesgo, los gobiernos y las ONG pueden mitigar el daño antes de que ocurra.
“Si podemos entender qué tipo de condiciones permiten a la gente construir carreteras, podremos averiguar dónde asignar los recursos para la protección”, afirmó el Dr. Engert.
Proteger los bosques tropicales requiere no sólo luchar contra la deforestación, sino también prevenir de manera proactiva la infraestructura que la permite. Las carreteras ilegales son el primer paso en una cadena de destrucción y abordarlas es fundamental para preservar estos ecosistemas vitales.























